Como acompañante a un buen jamón, dentro de un bocata rico, solo, amargo, suave, fundido, rallado, de bola… y a ti, ¿Cómo te gusta comerte el queso?
El queso, ese alimento de estado, normalmente sólido, que está elaborado a base de leche de cuajada de vaca, cabra, u otros mamíferos rumiantes. Un producto que no puede faltar en nuestra cocina, y tampoco en nuestra alimentación diaria.
Considerado uno de los elementos que más se usa en cocina, el queso tiene su presencia en cientos y cientos de recetas, desde las más antiguas y clásicas, hasta en los platos más vanguardistas de los chefs punteros.
En nuestro país, es un producto realmente apreciado, por su elaboración, lugar de origen del ganado o por su modo de presentación.
Sea como fuere, el queso es uno de los resultados más idóneos en cada plato en el que se encuentran, con diversidad para gustos diferentes y para cada ocasión. ¿Con cuál te quedas?
Un queso, un momento
-Pasta: La primera opción donde podemos encontrar un buen queso, con acompañamiento incluido, es una la pasta. El plato por excelencia de Italia nos sorprende con una mezcla de queso desde duros o semiduros, pasando por parmesano, manchego, Mahón viejo, entre otros, y presentados de diversas formas, en tacos, rallado, en lonchas o fundido.
-Ensaladas: Para los vegetales, lo ideal es usar quesos blancos o frescos. La textura casa mejor con la lechuga y con todos los elementos que queramos añadir como frutos secos, maíz, tomate… Los más usados son el queso de Burgos o el feta, aunque también se pueden usar otros de curación media, que les aportará a las ensaladas ese punto picante que les hace sobresalir. El Edam, el más aclamado por los amantes de la ensalada aliñada.
-Salsas: el queso también está presente en salsas. Para darle ese gusto final a una carne o pescado, o a cualquier otro plato. El queso es la clave. Los mejores son los cremosos o semicurados para que hagamos nuestras propias salsas en casa. Este toque permite que casen perfectamente con el sabor de otro elemento que tiene otra textura y le dé un sabor único.
-Gratinado: Lo primero que se nos viene a la mente al pensar en la palabra gratinado es una buena lasaña al horno. De nuevo, al más puro estilo de la Toscana. La protagonista sin duda será la mozzarella semicurada, indispensable en pizzas y platos horneados. Otro que no puede faltar en la cocina de un buen chef para gratinar es el parmesano, pero además también contar con un buen queso camembert y, como no, un brie, para rematar cualquier horneado perfecto.
-Para rellenos: En esta ocasión, nos referimos a quesos de curación media. En esta clasificación entran en juego el emmental, el manchego, el Edam o el gouda. Esto está previsto cuando queremos rellenar algo y luego freírlo, como sería el caso de una quesadilla, san Jacobo, una empanadilla o, incluso, para preparar un soufflé.
Una receta sorpresa: para cocinar fondues, lo mejor es usar quesos que contengan altos niveles en grasas como puede ser el gruyer o el emmental y así conseguir que tengamos un relleno idóneo y, prácticamente irresistible al bocado.
-Repostería: Finalmente, la guinda del pastel la vuelve a poner el queso. Casi cualquier variante de este derivado lácteo se puede usar como postre o, como no, para repostería. ¿Quién no se ha visto frente a una imponente tarta de queso y no ha podido resistirse a sus encantos? Para esta receta, el mejor es el mascarpone, aunque también sirven otros quesos para untar.
Además, podemos usar otros quesos para comerlos directamente como postre, como podrían ser el queso de Burgos, ideal con miel y mermeladas, o el feta, para hacer mousses, flanes o cremas. El queso curado también tiene cabida en esta sección, y podemos acompañarlo de frutos secos y un dulce. Otra opción: una compota de frutas con un buen queso de cabrales o roquefort para contrastar, un bocado de dioses, según muchos.
¿Aún no se te ha hecho la boca agua solo de leer este artículo? Amantes del queso, este es vuestro sitio para saber más curiosidades de este producto gourmet, y de muchos otros. ¡Estad atentos!